Esta dieta desarrollada por el médico francés Montignac al que debe su nombre, echa por tierra la teoría de las calorías y abre una puerta a todas aquellas personas que desean reducir su peso sin suprimir alimentos tan atractivos y nutritivos como el chocolate, el vino y quesos fermentados.
Según Montignac, el seguimiento de dietas basadas en la reducción de calorías es un error, debido a que el adelgazamiento que se produce con este tipo de dietas es sólo temporal, más tarde, el organismo se ajustará y tenderá a consumir menos calorías como mecanismo de defensa. A la vez, declara Montignac, el peso se recuperará e incluso se incrementará respecto al que se tenía antes de comenzar la dieta, creando desequilibrios metabólicos y notables frustraciones.
Montignac clasifica los alimentos en proteínas, glúcidos (hidratos de carbono) y lípidos (grasas). Los glúcidos a su vez los divide en glúcidos buenos y glúcidos malos.
La acumulación de grasa en el organismo, directamente relacionada con la insulina que segrega el páncreas, hace que la glucosa sea utilizada por el organismo, en el caso de segregar demasiada, se acumula como reservas. Cuando la función pancreática se encuentra en perfecto estado, segregará la insulina justa sin producir acumulación, de lo contrario se almacenará en forma de grasa.
En el método Montignac se puede y se debe comer hasta sentirse satisfecho y enérgico, pudiendo redescubrir nuevamente el placer de cocinar y consumir deliciosos platos que en otros métodos alimentarios no tendrían cabida.
Por otra parte, el método Montignac puede adaptarse perfectamente al ritmo de vida actual, además de suponer un incremento de la vitalidad, bienestar y salud global de aquel que se decide a cambiar sus hábitos alimentarios.
Permanente de pestañas!
Hace 9 años
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